El beso es un paréntesis sin nada adentro.
El libro es el salvavidas de la soledad.
Nutria: una rata con gabán de señora.
El murciélago vuela con la capa puesta.
Los cocodrilos están siempre en pleno concurso de bostezos.
La inmortalidad del cangrejo consiste en andar hacia atrás, rejuveneciéndose hacia el pasado.
Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.
El pez está siempre de perfil.
Monomaníaco: mono con manías.
Los ojos de las estatuas lloran su inmortalidad.
No hay nada que enfríe más las manos que el saber que nos hemos olvidado los guantes.
Hay el que pierde un botón y no lo encuentra, y el que lo encuentra y lo guarda y nunca lo da a coser. Los dos son unos desdichados.
Son más largas las calles de noche que de día.
La llave nos gasta la broma de hacer como que no es de la cerradura que es.
Los termómetros mueren jóvenes.
Meteorología: mentirología.
Si vais a la felicidad llevad sombrilla.
Los recuerdos encogen como las camisetas.
La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz.
El reloj no existe en las horas felices.
Nostalgia: neuralgia de los recuerdos.
Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte.
Lo peor de la ambición es que no sabe bien lo que quiere.
Nadie ha dicho que las cosas viven: las cosas sueñan.
La raya del pelo es feliz.
La cabeza es la pecera de las ideas.
Al ombligo le falta el botón.
Al cerrar los ojos vemos letras chinas.
Dormir la siesta es morir de día.
Los chinos escriben las letras de arriba abajo como si después fuesen a sumar lo escrito.
Estornudo: borrón del aire.
Golf: juego para ratones que se han vuelto ricos.
El fotógrafo nos coloca en la postura más difícil con la pretensión de que salgamos más naturales.
La morcilla es un chorizo lúgubre.
El doctor preferible: "el Dr. no Está".
En el billete de ida y vuelta tememos que nos perforen la vuelta en vez de la ida, obligándonos a volver al revés, comenzando por ir otra vez para poder volver de nuevo.
Al asomarnos al fondo del pozo nos hacemos un retrato de náufragos.
Hay camas de hotel en las que nos encontramos nuestras piernas del pasado.
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
Cuando asomados a la ventanilla echa a andar el tren robamos adioses que no eran para nosotros.
En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado.
Tenía tan mala memoria que se olvidó que tenía mala memoria y comenzó a recordarlo todo.
La F es el grifo del abecedario.
La W es la M haciendo la plancha
La i es el dedo meñique del alfabeto.
"Idem" es una palabra ahorradora.
El femenino del "otro yo" es el "otro ya".
Lo más terrible de nuestro libro de direcciones es que sacarán de él las señas de nuestros amigos para enviarles nuestra propia esquela de defunción.
La muerte es hereditaria.
¡Y pensar que todos los de la guía telefónica un día no estarán ni en la guía telefónica!
Después de nudista se es huesista.
Al caer la estrella se le corre un punto a la media de la noche.
Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo.
Las primeras gotas de la tormenta bajan a ver si hay tierra en que aterrizar.
El arcoiris es la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cabeza.
El agua no tiene memoria: por eso es tan limpia.
Para las estrellas siempre estamos en un abismo.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
La media luna mete la noche entre paréntesis.
La luna es el ojo de buey del barco de la noche.
Las raíces de los árboles están cruzadas de brazos.
Cuando es brasa el carbón se acuerda de todo, hasta de cuando era árbol verde en un mundo lleno de esperanzas.
Al mar le gusta la impunidad y por eso borra toda huella en la playa.
Las rosas rompen sus cartas de amor.
Cuando llueve Dios toma fotografías.
¿Qué está haciendo en realidad la luna? La luna está tomando el sol.
En la gruta bosteza la montaña.
En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños.
El niño grita: "¡No vale!"... "¡Dos contra uno!", y no sabe que toda la vida es eso: dos contra uno.
La bufanda es para los que bufan de frío.
Los ladrillos saben esperar.
Soda: agua con hipo.
Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio.
Las alpargatas tempraneras pasan dando bofetadas al suelo.
Catálogo: recuerdo de lo que se olvidará.
El café con leche es una bebida mulata.
El sifón es el maniquí del agua.
El ventilador afeita el calor.
Es triste que el interior de los baúles esté empapelado de pasillo.
El colchón está lleno de ombligos.
Los relojes de pared no descansan más que en las mudanzas.
El tenedor es el peine de los tallarines.
Impermeable: traje de fantasma diurno.
El jabón muere en tarjeta de despedida.
Cazuela destapada muchas veces, guiso lleno de bostezos.
Los remos son las pestañas de los barcos.
Pedales de la bicicleta: maquinillas de cortar el pelo a las distancias.
El diván es una cama que no tiene pies ni cabeza.
Los tubos fluorescentes padecen de epilepsia.
Cuando gira el espejo del armario gira el mundo con él.
Los ríos no saben su nombre.
El ladrido es el eco de sí mismo.
El mar sólo ve viajar: él no ha viajado nunca.
Un papel en el viento es como un pájaro herido de muerte.
Perder un pañuelo es comprometerse en llantos ajenos.
El capitalista es un señor que al hablar con vosotros se queda con vuestras cerillas.
Guerra: chatarra.
A las gentes les gusta recibir una invitación para días próximos porque así parece que tienen ya un derecho adquirido sobre el porvenir.
Lo más difícil de digerir en un banquete es la pata de la mesa que nos ha tocado en suerte.
GREGUERÍAS - RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA (ESPAÑOL 1891 – 1962)