El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía.
Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.
Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado a nadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno... Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
ESPACIO DE LECTURA, OPINIONES Y REFLEXIONES LITERARIAS DE LA CÁTEDRA LENGUA CASTELLANA, 5° AÑO CIENCIAS NATURALES Y ECONOMÍA Y GESTIÓN, DEL I.P.E.M. N° 278 "MALVINAS ARGENTINAS", LABOULAYE, CÓRDOBA, ARGENTINA.
jueves, 29 de abril de 2010
Cinco minutos antes: Teología/2 - Eduardo Galeano
El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, a la hora de los rumores mágicos, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.
Cinco minutos antes: Teología/3 - Eduardo Galeano
Fe de erratas: donde el Antiguo Testamento dice lo que dice, debe decir lo que quizá me ha confesado su principal protagonista:
Lástima que Adán fuera tan bruto. Lástima que Eva fuera tan sorda. Y lástima que yo no supe hacerme entender.
Adán y Eva eran los primeros seres humanos que de mi mano nacían, y reconozco que tenían ciertos defectos de estructura, armado y terminación. Ellos no estaban preparados para escuchar, ni para pensar. Y yo... bueno, quizá yo no estaba preparado para hablar. Antes de Adán y Eva, nunca había hablado con nadie. Yo había pronunciado bellas frases, como Hágase la luz», pero siempre en soledad. Así que aquella tarde, cuando me encontré con Adán y Eva a la hora de la brisa, no fui muy elocuente. Me faltaba práctica.
Lo primero que sentí fue asombro. Ellos acababan de robar la fruta del árbol prohibido, en el centro del Paraíso. Adán había puesto cara de general qué viene de entregar la espada y Eva miraba al suelo, como contando hormigas. Pero los dos estaban increíblemente jóvenes y bellos y radiantes. Me sorprendieron. Yo los había hecho; pero yo no sabía que el barro podía ser luminoso.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia. Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exige dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado merece castigo si es original. Dije que peca quien desama: entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera de fiesta, entendieron valle de lágrimas. Dije que el dolor era la sal que daba gustito a la aventura humana: entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés. Y se lo creyeron.
Últimamente ando con problemas de insomnio. Desde hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo, sueño. Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua, pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte; del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo hasta rodar por los suelos...
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar, porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a quien desear. Estoy condenado a desearme a mí mismo. De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda la eternidad.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia. Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exige dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado merece castigo si es original. Dije que peca quien desama: entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera de fiesta, entendieron valle de lágrimas. Dije que el dolor era la sal que daba gustito a la aventura humana: entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés. Y se lo creyeron.
Últimamente ando con problemas de insomnio. Desde hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo, sueño. Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua, pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte; del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo hasta rodar por los suelos...
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar, porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a quien desear. Estoy condenado a desearme a mí mismo. De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda la eternidad.
Cinco minutos antes: Los nadies - Eduardo Galeano
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni manana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les p ’que la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el ańo cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueńos de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Escuchá el poema musicalizado por Botafogo o Don Vilanova:
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni manana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les p ’que la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el ańo cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueńos de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Escuchá el poema musicalizado por Botafogo o Don Vilanova:
sábado, 17 de abril de 2010
Leerestademoda.com - BOOK - Versión completa
Comparto con uds. este video porque es muyyyy interesante.
lunes, 12 de abril de 2010
Cinco minutos antes: Arañas - Eduardo Galeano
Pasito a paso, hilo tras hilo, el araño se acerca a la araña.
Le ofrece música, convirtiendo la telaraña en arpa, y danza para ella, mientras poquito a poco va acariciando hasta el desmayo, su cuerpo de terciopelo.
Entonces, antes de abrazarla con sus ocho brazos, el araño envuelve a la araña en la telaraña y la ata bien atada. Si no la ata, ella lo devora después del amor.
Al araño no le gusta nada esta costumbre de la araña, de modo que ama y huye antes de que la prisionera se despierte y exija el servicio completo de cama y comida.
¿Quién entiende al araño? Ha podido amar sin morir, se ha dado maña para cumplir esa hazaña, y ahora que está a salvo de su saña, extraña a la araña.
Cinco minutos antes: Feminismo precoz - Larisa Nardin
El otro día en un documental que vi en la tele, el señor que hablaba pero que no se veía en la pantalla, explicó que existen unas arañas hembras que después que copulan se comen al macho. Y pasaban a una araña comiendo un araño. Yo le pregunté a mi mamá que era copular y ella me explicó que es hacer el amor, así como se hacen los bebés, como me hicieron a mí y a mi hermanito. Yo eso lo sé, porque lo leí en un libro con dibujos re lindos que me regaló mi tía para los reyes. Los reyes es una historia que nos cuentan de chiquitos, pero después de grandes descubrimos que es un cuento como el de Blancanieves y todos esos que vienen en los libros para chicos. Y como yo tengo diez ya sé que el libro me lo regaló mi tía, aunque ella me dijo que los reyes lo habían dejado en su casa.
Cuando mi mamá me explicó, entendí lo que quiso decir el señor de la tele. Lo que pasa que copular se usa para los animales, me dijo mi tía. "Lo que habría que ver, es si el macho no le da un patadón de hígado a la hembra", siguió diciendo mi tía, y se ría. A mí también me dio mucha risa. Me imaginé un cuento de una araña que va al médico porque se siente mal del hígado, y el médico le pregunta que comió, y la araña le dice que se comió al araño. Después el médico la revisa y le dice que no se preocupe, que está embarazada y que por eso le duele el hígado.
Menos mal que las elefantas no se devoran a los elefantes porque tardarían muuuuuuuchos días en comerlo, además arruinarían su silueta y tal vez no podrían caminar de tanto peso, entonces ¿qué harían los elefantitos?, ¿quién los cuidaría si la mamá no los puede cuidar?. Porque ya no tienen papá.
Aunque debe ser como dice mi tía, "los hombres no cuidan a los hijos, sino miralo a tu tío". Mi tío que ya no es mi tío porque se separó de mi tía, no va a ver nunca a mis primos y cuando va, la lleva a la novia y salen todos a pasear con caras de serios porque se aburren y comen un helado cada uno, mientras mi ex tío habla por el celular todo el tiempo, y le da besos a la novia. Después los lleva a mis primos a la casa de mi tía y mis primos se ponen re contentos porque volvieron, aunque en el fondo yo sé que están tristes porque no lo ven nunca al padre. Yo sé, porque mi papá me hace lo mismo. O sea que son pocos los papás que cuidan a sus hijos, entonces el papá elefante no serviría de mucho si la mamá elefante no se le hubiera comido. Además si no se lo hubiera comido no hubiera necesitado del elefante porque podría caminar y los cuidaría ella a los elefantitos.
¿Por qué la araña se comerá al araño?. ¿Los araños serán todos como mi tío y mi papá?. Entonces es mejor comerlos antes de que se vayan y busquen otra novia; ¿o a la araña no le interesa tener un araño al lado?. Como a la mamá de mi amiga Lucía que siempre dice "los hombres con cama afuera", y prefiere tener un araño hoy y otro mañana, tener hijitos y listo, sin tanto lío de araño. Y si los araños y los elefantes y los hombres no cuidan a sus hijitos, me parece que la araña tiene razón. Al fin, debe ser como dice mi abuela "la naturaleza es sabia".
Cuando mi mamá me explicó, entendí lo que quiso decir el señor de la tele. Lo que pasa que copular se usa para los animales, me dijo mi tía. "Lo que habría que ver, es si el macho no le da un patadón de hígado a la hembra", siguió diciendo mi tía, y se ría. A mí también me dio mucha risa. Me imaginé un cuento de una araña que va al médico porque se siente mal del hígado, y el médico le pregunta que comió, y la araña le dice que se comió al araño. Después el médico la revisa y le dice que no se preocupe, que está embarazada y que por eso le duele el hígado.
Menos mal que las elefantas no se devoran a los elefantes porque tardarían muuuuuuuchos días en comerlo, además arruinarían su silueta y tal vez no podrían caminar de tanto peso, entonces ¿qué harían los elefantitos?, ¿quién los cuidaría si la mamá no los puede cuidar?. Porque ya no tienen papá.
Aunque debe ser como dice mi tía, "los hombres no cuidan a los hijos, sino miralo a tu tío". Mi tío que ya no es mi tío porque se separó de mi tía, no va a ver nunca a mis primos y cuando va, la lleva a la novia y salen todos a pasear con caras de serios porque se aburren y comen un helado cada uno, mientras mi ex tío habla por el celular todo el tiempo, y le da besos a la novia. Después los lleva a mis primos a la casa de mi tía y mis primos se ponen re contentos porque volvieron, aunque en el fondo yo sé que están tristes porque no lo ven nunca al padre. Yo sé, porque mi papá me hace lo mismo. O sea que son pocos los papás que cuidan a sus hijos, entonces el papá elefante no serviría de mucho si la mamá elefante no se le hubiera comido. Además si no se lo hubiera comido no hubiera necesitado del elefante porque podría caminar y los cuidaría ella a los elefantitos.
¿Por qué la araña se comerá al araño?. ¿Los araños serán todos como mi tío y mi papá?. Entonces es mejor comerlos antes de que se vayan y busquen otra novia; ¿o a la araña no le interesa tener un araño al lado?. Como a la mamá de mi amiga Lucía que siempre dice "los hombres con cama afuera", y prefiere tener un araño hoy y otro mañana, tener hijitos y listo, sin tanto lío de araño. Y si los araños y los elefantes y los hombres no cuidan a sus hijitos, me parece que la araña tiene razón. Al fin, debe ser como dice mi abuela "la naturaleza es sabia".
domingo, 4 de abril de 2010
Cinco minutos antes: El mundo - Eduardo Galeano
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
Escuchá el texto en la voz del autor:
Cinco minutos antes: La función del arte/1 - Eduardo Galeano
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
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jueves, 29 de abril de 2010
Cinco minutos antes: Teología/1 - Eduardo Galeano
El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía.
Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.
Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado a nadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno... Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.
Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado a nadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno... Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
Cinco minutos antes: Teología/2 - Eduardo Galeano
El dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso, siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en Él y creía que Él creía en mí. Entonces paro la oreja, a la hora de los rumores mágicos, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.
Cinco minutos antes: Teología/3 - Eduardo Galeano
Fe de erratas: donde el Antiguo Testamento dice lo que dice, debe decir lo que quizá me ha confesado su principal protagonista:
Lástima que Adán fuera tan bruto. Lástima que Eva fuera tan sorda. Y lástima que yo no supe hacerme entender.
Adán y Eva eran los primeros seres humanos que de mi mano nacían, y reconozco que tenían ciertos defectos de estructura, armado y terminación. Ellos no estaban preparados para escuchar, ni para pensar. Y yo... bueno, quizá yo no estaba preparado para hablar. Antes de Adán y Eva, nunca había hablado con nadie. Yo había pronunciado bellas frases, como Hágase la luz», pero siempre en soledad. Así que aquella tarde, cuando me encontré con Adán y Eva a la hora de la brisa, no fui muy elocuente. Me faltaba práctica.
Lo primero que sentí fue asombro. Ellos acababan de robar la fruta del árbol prohibido, en el centro del Paraíso. Adán había puesto cara de general qué viene de entregar la espada y Eva miraba al suelo, como contando hormigas. Pero los dos estaban increíblemente jóvenes y bellos y radiantes. Me sorprendieron. Yo los había hecho; pero yo no sabía que el barro podía ser luminoso.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia. Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exige dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado merece castigo si es original. Dije que peca quien desama: entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera de fiesta, entendieron valle de lágrimas. Dije que el dolor era la sal que daba gustito a la aventura humana: entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés. Y se lo creyeron.
Últimamente ando con problemas de insomnio. Desde hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo, sueño. Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua, pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte; del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo hasta rodar por los suelos...
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar, porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a quien desear. Estoy condenado a desearme a mí mismo. De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda la eternidad.
Después, lo reconozco, sentí envidia. Como nadie puede darme órdenes, ignoro la dignidad de la desobediencia. Tampoco puedo conocer la osadía del amor, que exige dos. En homenaje al principio de autoridad, me aguanté las ganas de felicitarlos por haberse hecho súbitamente sabios en pasiones humanas.
Entonces, vinieron los equívocos. Ellos entendieron caída donde yo hablé de vuelo. Creyeron que un pecado merece castigo si es original. Dije que peca quien desama: entendieron que peca quien ama. Donde anuncié pradera de fiesta, entendieron valle de lágrimas. Dije que el dolor era la sal que daba gustito a la aventura humana: entendieron que yo los estaba condenando al otorgarles la gloria de ser mortales y loquitos. Entendieron todo al revés. Y se lo creyeron.
Últimamente ando con problemas de insomnio. Desde hace algunos milenios, me cuesta dormir. Y dormir me gusta, me gusta mucho, porque cuando duermo, sueño. Entonces me hago amante o amanta, me quemo en el fuego fugaz de los amores de paso, soy cómico de la legua, pescador de alta mar o gitana adivinadora de la suerte; del árbol prohibido devoro hasta las hojas y bebo y bailo hasta rodar por los suelos...
Cuando despierto, estoy solo. No tengo con quien jugar, porque los ángeles me toman tan en serio, ni tengo a quien desear. Estoy condenado a desearme a mí mismo. De estrella en estrella ando vagando, aburriéndome en el universo vacío. Me siento muy cansado, me siento muy solo. Yo estoy solo, yo soy solo, solo por toda la eternidad.
Cinco minutos antes: Los nadies - Eduardo Galeano
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni manana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les p ’que la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el ańo cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueńos de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Escuchá el poema musicalizado por Botafogo o Don Vilanova:
buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni manana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les p ’que la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el ańo cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueńos de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Escuchá el poema musicalizado por Botafogo o Don Vilanova:
sábado, 17 de abril de 2010
Leerestademoda.com - BOOK - Versión completa
Comparto con uds. este video porque es muyyyy interesante.
lunes, 12 de abril de 2010
Cinco minutos antes: Arañas - Eduardo Galeano
Pasito a paso, hilo tras hilo, el araño se acerca a la araña.
Le ofrece música, convirtiendo la telaraña en arpa, y danza para ella, mientras poquito a poco va acariciando hasta el desmayo, su cuerpo de terciopelo.
Entonces, antes de abrazarla con sus ocho brazos, el araño envuelve a la araña en la telaraña y la ata bien atada. Si no la ata, ella lo devora después del amor.
Al araño no le gusta nada esta costumbre de la araña, de modo que ama y huye antes de que la prisionera se despierte y exija el servicio completo de cama y comida.
¿Quién entiende al araño? Ha podido amar sin morir, se ha dado maña para cumplir esa hazaña, y ahora que está a salvo de su saña, extraña a la araña.
Cinco minutos antes: Feminismo precoz - Larisa Nardin
El otro día en un documental que vi en la tele, el señor que hablaba pero que no se veía en la pantalla, explicó que existen unas arañas hembras que después que copulan se comen al macho. Y pasaban a una araña comiendo un araño. Yo le pregunté a mi mamá que era copular y ella me explicó que es hacer el amor, así como se hacen los bebés, como me hicieron a mí y a mi hermanito. Yo eso lo sé, porque lo leí en un libro con dibujos re lindos que me regaló mi tía para los reyes. Los reyes es una historia que nos cuentan de chiquitos, pero después de grandes descubrimos que es un cuento como el de Blancanieves y todos esos que vienen en los libros para chicos. Y como yo tengo diez ya sé que el libro me lo regaló mi tía, aunque ella me dijo que los reyes lo habían dejado en su casa.
Cuando mi mamá me explicó, entendí lo que quiso decir el señor de la tele. Lo que pasa que copular se usa para los animales, me dijo mi tía. "Lo que habría que ver, es si el macho no le da un patadón de hígado a la hembra", siguió diciendo mi tía, y se ría. A mí también me dio mucha risa. Me imaginé un cuento de una araña que va al médico porque se siente mal del hígado, y el médico le pregunta que comió, y la araña le dice que se comió al araño. Después el médico la revisa y le dice que no se preocupe, que está embarazada y que por eso le duele el hígado.
Menos mal que las elefantas no se devoran a los elefantes porque tardarían muuuuuuuchos días en comerlo, además arruinarían su silueta y tal vez no podrían caminar de tanto peso, entonces ¿qué harían los elefantitos?, ¿quién los cuidaría si la mamá no los puede cuidar?. Porque ya no tienen papá.
Aunque debe ser como dice mi tía, "los hombres no cuidan a los hijos, sino miralo a tu tío". Mi tío que ya no es mi tío porque se separó de mi tía, no va a ver nunca a mis primos y cuando va, la lleva a la novia y salen todos a pasear con caras de serios porque se aburren y comen un helado cada uno, mientras mi ex tío habla por el celular todo el tiempo, y le da besos a la novia. Después los lleva a mis primos a la casa de mi tía y mis primos se ponen re contentos porque volvieron, aunque en el fondo yo sé que están tristes porque no lo ven nunca al padre. Yo sé, porque mi papá me hace lo mismo. O sea que son pocos los papás que cuidan a sus hijos, entonces el papá elefante no serviría de mucho si la mamá elefante no se le hubiera comido. Además si no se lo hubiera comido no hubiera necesitado del elefante porque podría caminar y los cuidaría ella a los elefantitos.
¿Por qué la araña se comerá al araño?. ¿Los araños serán todos como mi tío y mi papá?. Entonces es mejor comerlos antes de que se vayan y busquen otra novia; ¿o a la araña no le interesa tener un araño al lado?. Como a la mamá de mi amiga Lucía que siempre dice "los hombres con cama afuera", y prefiere tener un araño hoy y otro mañana, tener hijitos y listo, sin tanto lío de araño. Y si los araños y los elefantes y los hombres no cuidan a sus hijitos, me parece que la araña tiene razón. Al fin, debe ser como dice mi abuela "la naturaleza es sabia".
Cuando mi mamá me explicó, entendí lo que quiso decir el señor de la tele. Lo que pasa que copular se usa para los animales, me dijo mi tía. "Lo que habría que ver, es si el macho no le da un patadón de hígado a la hembra", siguió diciendo mi tía, y se ría. A mí también me dio mucha risa. Me imaginé un cuento de una araña que va al médico porque se siente mal del hígado, y el médico le pregunta que comió, y la araña le dice que se comió al araño. Después el médico la revisa y le dice que no se preocupe, que está embarazada y que por eso le duele el hígado.
Menos mal que las elefantas no se devoran a los elefantes porque tardarían muuuuuuuchos días en comerlo, además arruinarían su silueta y tal vez no podrían caminar de tanto peso, entonces ¿qué harían los elefantitos?, ¿quién los cuidaría si la mamá no los puede cuidar?. Porque ya no tienen papá.
Aunque debe ser como dice mi tía, "los hombres no cuidan a los hijos, sino miralo a tu tío". Mi tío que ya no es mi tío porque se separó de mi tía, no va a ver nunca a mis primos y cuando va, la lleva a la novia y salen todos a pasear con caras de serios porque se aburren y comen un helado cada uno, mientras mi ex tío habla por el celular todo el tiempo, y le da besos a la novia. Después los lleva a mis primos a la casa de mi tía y mis primos se ponen re contentos porque volvieron, aunque en el fondo yo sé que están tristes porque no lo ven nunca al padre. Yo sé, porque mi papá me hace lo mismo. O sea que son pocos los papás que cuidan a sus hijos, entonces el papá elefante no serviría de mucho si la mamá elefante no se le hubiera comido. Además si no se lo hubiera comido no hubiera necesitado del elefante porque podría caminar y los cuidaría ella a los elefantitos.
¿Por qué la araña se comerá al araño?. ¿Los araños serán todos como mi tío y mi papá?. Entonces es mejor comerlos antes de que se vayan y busquen otra novia; ¿o a la araña no le interesa tener un araño al lado?. Como a la mamá de mi amiga Lucía que siempre dice "los hombres con cama afuera", y prefiere tener un araño hoy y otro mañana, tener hijitos y listo, sin tanto lío de araño. Y si los araños y los elefantes y los hombres no cuidan a sus hijitos, me parece que la araña tiene razón. Al fin, debe ser como dice mi abuela "la naturaleza es sabia".
domingo, 4 de abril de 2010
Cinco minutos antes: El mundo - Eduardo Galeano
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
Escuchá el texto en la voz del autor:
Cinco minutos antes: La función del arte/1 - Eduardo Galeano
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
—¡Ayúdame a mirar!
Eduardo Galeano. En: "El libro de los abrazos"
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